COSTA RICA

En clave de singularidad

Las peculiaridades políticas de esta nación fueron el sustrato de un desarrollo económico también diferente. Ese mercado, que hoy apuesta a la diversificación y la búsqueda de nuevos aliados, puede ser atractivo para la Argentina.

En clave de singularidad

 

Por Martín Borja

Una palabra se repite cada vez que se habla de Costa Rica: estabilidad. País reconocido mundialmente por la calidad de sus instituciones democráticas, esas y otras singularidades lo han distinguido de sus vecinos de Centroamérica desde mitad del siglo XX. Una es bien conocida: haberse convertido, desde la Constitución de 1949, en la primera nación del mundo sin fuerzas armadas, una decisión que luego, en épocas de la Guerra Fría, resultaría saludablemente extraña para un continente dominado por la Doctrina de la Seguridad Nacional. Fue así que, cuando la mayoría de los países latinoamericanos se desangraban en luchas políticas internas y dictaduras militares, Costa Rica pudo mantener un relativo clima de paz y estabilidad institucional.

Lo distintivo de ese proceso dio a luz un crecimiento económico y un desarrollo de sus ventajas comparativas que lo posicionaron, durante muchos años, como una zona atractiva y segura para las inversiones extranjeras. No obstante cierto estancamiento en la última década, el pequeño país sigue explotando hoy sus capacidades productivas y de tal modo logra ubicarse en el actual contexto de crisis mundial. Los índices hablan por sí solos: en América latina, primer lugar en Competitividad Turística y segundo en Competitividad Global, de acuerdo con el Foro Económico Mundial. Además, tercer puesto en Índice de Calidad de Vida y sexto continental en Desarrollo Humano, según el PNUD.

La estructura tradicional del país, sostenida en el bipartidismo político y una matriz productiva de perfil agropecuario, comenzó a verse modificada a partir de la entrada del nuevo siglo. Primero, el gobierno conservador de Abel Pacheco logró quebrar la clásica pugna entre liberacionistas y calderonistas, pero dejó a su paso graves consecuencias, a partir de su extremo acercamiento con Estados Unidos. Se lo recuerda por ajustes fiscales y una grave desinversión energética que trajo secuelas de apagones y desaceleración en el crecimiento. Es desde 2006 que Costa Rica comenzó a enfocar su mirada hacia otros rumbos. El sucesor, Oscar Arias Sánchez, Premio Nobel de la Paz e histórico dirigente figuerista —que ya había sido presidente entre 1986 y 1990—, dio fuerte impulso a las relaciones diplomáticas y el comercio con China, el mundo árabe y varios países africanos. Los ticos, como suele llamarse a los costarricenses, habían comenzado para entonces a diversificar su producción y sus exportaciones. Los servicios turísticos y el desarrollo tecnológico e informático, por caso, son dos de los sectores que mayor evolución han experimentado desde hace más de un lustro. Sin embargo, la producción primaria tradicional sigue siendo importante, especialmente en lo que se refiere a banano, café, cacao, azúcar y flores.

En mayo de 2010, Laura Chinchilla Miranda, también del bando liberacionista, se convirtió en la primera presidente mujer en la historia del país. Desde entonces, enfrenta varios desafíos, tanto en lo externo como en lo interno. Por lo pronto, le está tocando lidiar con una cuestión política espinosa y compleja: el conflicto limítrofe con Nicaragua por una porción de la isla Calero, en la desembocadura del Río San Juan, que ambas naciones reclaman como propia. A raíz de la escalada, Costa Rica recurrió a la mediación de la OEA, primero, y de la Corte Internacional de Justicia de La Haya, en diciembre pasado.

En el terreno económico-social, hay deudas pendientes: el saneamiento del déficit fiscal, la reconversión del sistema energético y la imperiosa necesidad de más obras de infraestructura para el transporte. Luego de una contracción en 2009, un moderado repunte en el crecimiento impactó en la recuperación de puestos de trabajo durante el año pasado, aunque todavía quedan sin solución problemas estructurales de pobreza y marginalidad en zonas de la ribera caribeña, sobre todo en Puerto Limón, el más importante del país, por donde pasa 80% del comercio exterior. Allí, el gobierno planea una modernización amplia, con financiamiento privado, para impulsar las operaciones portuarias en el Caribe. Lo mismo pretende en la terminal Moín, también muy postergada.

Si bien mantiene un perfil estratégico propio de cara al mundo, Costa Rica apuesta fuerte por la integración regional. Es miembro del Mercado Común Centroamericano (MCCA), que le permite comerciar libremente con sus pares, aunque también le otorga impulso su pertenencia al Sistema de Integración Centroamericana (SICA), una comunidad económico-política que busca ventajas frente a otros bloques comerciales. En ese sentido, la negociación de un Acuerdo de Asociación Centroamérica-Unión Europea rindió sus frutos en mayo pasado, y significa un avance sustancial para la región y para Costa Rica en particular. La UE es el segundo socio más importante, sobre todo como destino de sus productos agrícolas típicos: banano, piña y café.

El SICA mantiene pendiente la profundización de la relación con el Mercosur, que en líneas generales es escasa, incluso con Brasil. La posibilidad de un acuerdo ente ambos bloques no ha progresado en los últimos tiempos, tal vez porque la mirada estratégica de las dos regiones está apuntada hoy al otro lado del mundo: los mercados asiáticos. En ese sentido, Costa Rica se distingue incluso de alguno de sus vecinos por haber establecido como prioritario su posicionamiento con China, nación con la que firmó un Tratado de Libre Comercio (TLC) que está listo para su aprobación legislativa. Además, tiene concretados en forma individual otros TLC con varios estados, como México, Chile, Canadá, República Dominicana y Panamá, además de los que integran la Comunidad del Caribe (CARICOM). Y proyecta otros con Corea y Perú.

Gracias a una oferta exportable muy diversificada, Costa Rica exportó en 2010 por 13.600 millones de dólares, con una participación de 52% de manufacturas industriales. Estados Unidos es su principal socio comercial; en 2009, colocó allí 34% de sus ventas externas.

El intercambio bilateral entre la Argentina y Costa Rica viene creciendo sustancialmente desde 2002 hasta hoy, a razón de 30% promedio anual, aunque los montos aún continúan siendo reducidos. El territorio de los ticos es, por supuesto, muy pequeño —comparable en tamaño a la provincia de Jujuy— y posee 4,6 millones de habitantes. En todo 2010, las exportaciones nacionales a ese mercado sumaron 161 millones de dólares, mientras las importaciones se ubicaron en 33 millones de dólares, cifras muy similares a las del año anterior, según el Centro de Economía Internacional de la Cancillería (CEI). Más allá del creciente saldo favorable que la Argentina viene teniendo en la relación, la nación centroamericana exhibe una participación muy escasa en el comercio exterior local: 0,29% en las exportaciones y 0,08% en las importaciones.

Quizá lo más interesante del vínculo comercial no se refiera a la cantidad sino a la calidad. A diferencia de lo que ocurre con otros destinos, muy dependientes de la soja, aquí las Manufacturas de Origen Industrial (MOI) dominan el intercambio. Más de 80% del monto exportado corresponde a productos argentinos con alta carga de mano de obra calificada. Aviones y aeronaves pequeñas (de menos de 15 toneladas), automóviles, partes de aparatos mecánicos, manufacturas de plástico y de aluminio, y equipos de frío-calor, entre otros, son algunos de los rubros mayoritarios. Por detrás, también vienen creciendo el sector de peletería, el vitivinícola, el químico, con fungicidas, y el de perfumería, con desodorantes. Por su parte, Costa Rica coloca en el mercado local circuitos eléctricos integrados, instrumentos médicos y de cirugía.

La inversión extranjera directa (IED) viene en aumento, y se ubica en séptimo lugar en Latinoamérica, según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). La potencialidad del mercado tico es grande para los argentinos, por su valiosa ubicación, que funciona como puente para otras economías centroamericanas, e incluso hacia Estados Unidos y Asia. Empresas nacionales de diversos sectores aportaron allí por más de 50 millones de dólares en el período 2004-2009; pero la producción y la entrada de capitales en la pequeña nación tienen también un techo. Décadas de desinversión produjeron un grave déficit en infraestructura vial y en transporte terrestre y marítimo, que resultó una traba para un mayor despegue de la economía. Carreteras deterioradas e insuficientes contrastan con la necesidad de ampliar la logística comercial y los servicios turísticos. Sin embargo, éste último rubro ha tenido un avance significativo en los últimos años. Es más, Costa Rica constituye la plaza turística más importante de Centroamérica, con más de dos millones de visitantes por año. También es líder en ecoturismo, dado su buen desempeño ambiental, reconocido mundialmente. El sector aporta a esta altura más ingresos que la producción agrícola, y es fuerte generador de empleo.

El mercado de las comunicaciones vive hace tiempo un proceso de apertura y modernización, en el que se alienta la inversión privada, tanto para desarrollo de redes satelitales como servicios de banda ancha y tendidos de cables submarinos. La tecnología de la información es también prioridad para la actual gestión. En ese campo, se ha formado un polo tecnológico competitivo gracias al fuerte impulso a la producción y exportación de software, así como a la entrada de varias multinacionales para la fabricación de microprocesadores. Ya en 2009, las partes y accesorios de computadoras encabezaron las exportaciones, con 14,3 % del total. Según el Foro Económico Mundial, el país ya figura en noveno lugar entre los países exportadores de alta tecnología y en el décimo en el uso de TIC (tecnologías de la información y las comunicaciones). Desde 2008, además, empresas argentinas de servicios informáticos vienen concretando acuerdos y negocios con similares de ese país.

Lo mismo ha sucedido en el rubro de los seguros. El argentino Grupo Sancor Seguros firmó en 2010 una alianza con el Instituto Nacional de Seguros de Costa Rica (INS) para el desarrollo de productos destinados al sector agropecuario, en materia de riesgos del trabajo.

 

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