AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
Incertidumbres comunes, dinámicas diferentes
En su balance de las economías de la región, que tendrán un modesto crecimiento promedio en 2019, la CEPAL pone el acento en la complejidad del escenario internacional y el deterioro de las condiciones financieras, que agrava las debilidades estructurales. Destaca también el papel de las políticas públicas.
2019 se vislumbra como un año en que, lejos de disminuir, la incertidumbre será mayor y provendrá de distintos frentes. No se atisban motores que pudieran dar mayor dinamismo al crecimiento de la economía mundial en ese año. A la desaceleración esperada para China y los países emergentes como grupo se suma un pronóstico similar en el caso de los Estados Unidos, la eurozona y las economías desarrolladas en general.
El mayor riesgo para el desempeño económico de la región de cara al próximo año sigue siendo un deterioro abrupto de las condiciones financieras que enfrentan las economías emergentes. Este año fue testigo de las implicancias de la normalización monetaria de los Estados Unidos en un contexto de mayor aversión al riesgo y mayor volatilidad financiera. En ese sentido, los mercados emergentes, entre ellos América Latina, experimentaron una importante reducción de los flujos de financiamiento externo, al tiempo que aumentaron sus niveles de riesgo soberano y se depreciaron las monedas en relación con el dólar.
En 2019 continuaría la normalización monetaria de los Estados Unidos, a la que se uniría Europa, en un entorno de desaceleración económica a nivel global y una marcada tendencia a la baja. No se pueden descartar nuevos episodios de deterioro en las condiciones financieras para los mercados emergentes, y las consecuencias sobre los países dependerán de cuán expuestos se encuentren en términos de las necesidades de financiamiento externo y la proporción de deuda denominada en dólares y deuda de corto plazo, cuya renovación supondría un costo mayor. Aquellos que tengan desequilibrios de consideración y poco espacio para aplicar medidas contracíclicas serán los más expuestos y sus perspectivas de actividad podrían empeorar. El período prolongado de condiciones financieras laxas, junto con la baja volatilidad financiera que se observó hasta finales de 2017, indujeron un aumento significativo del nivel de endeudamiento público y privado en varios países —acompañado a veces de una mayor asunción de riesgos—, que ciertamente aumenta la vulnerabilidad ante un empeoramiento de las condiciones financieras internacionales.
Por otra parte, continúa la tensión comercial entre los Estados Unidos y China, que supone un riesgo no solo para el comercio global y la tasa de crecimiento del mundo a mediano plazo, sino también para las condiciones financieras, que suelen estar vinculadas a la percepción de mayor o menor riesgo por parte de los agentes económicos. Los precios de las materias primas también podrían verse afectados negativamente por un aumento de las restricciones comerciales. Hasta el momento, para 2019 se prevé un descenso leve del nivel de precios promedio de los productos básicos, pero en el caso de que la actividad y el comercio mundiales se debiliten más de lo esperado esta proyección podría revisarse a la baja.
Muchas economías de la región son exportadoras de productos básicos, y se ven afectadas por caídas en los precios no solo debido a las menores exportaciones, sino también a la disminución de los ingresos fiscales. Más aún, el aumento de los costos de financiación —derivado del mayor riesgo país y el menor apetito por el riesgo de los inversionistas—, unido a las tensiones comerciales, significará una presión sobre las economías de América latina y el Caribe. De esta manera, es probable que algunos países de la región enfrenten mayores desafíos en cuanto a sus necesidades de financiamiento, que afectarán su posición de reservas internacionales, sus monedas, o darán lugar a ajustes de otras variables macroeconómicas.
Además de lo anterior, y al igual que en los últimos años, sigue presente la inquietud por la evolución de la economía de China. La desaceleración que se venía pronosticando tuvo lugar finalmente en 2018, y se espera que la economía nuevamente se desacelere en 2019, hasta un 6,3% de crecimiento.
Las autoridades de China han implementado medidas destinadas a limitar los riesgos del endeudamiento elevado y también del llamado sistema bancario paralelo, pero han debido hacerlo con cautela de forma de evitar que se profundice la desaceleración de la economía. La percepción de una desaceleración mayor a la prevista podría tener efectos importantes sobre los mercados financieros, no solo en términos de los precios de los activos financieros mundiales, sino también de los precios de las materias primas, algo que ya ha sucedido en ocasiones anteriores.
Finalmente, cabe mencionar los riesgos geopolíticos, siempre presentes, a los que se agrega la incertidumbre que todavía existe respecto de ciertos procesos específicos de importancia —no solo geopolítica, sino también económica— a nivel global. En este sentido, persiste la duda sobre el desenlace que tendrá el proceso del brexit y, por ende, la forma que adoptarán en el futuro las relaciones comerciales entre el Reino Unido y la Unión Europea. La situación de Italia también podría provocar nuevas oleadas de volatilidad en los mercados, ya que se trata de la cuarta economía de la Unión Europea y representa un 11% del producto de esta agrupación. La influencia de ese país puede canalizarse hacia la eurozona no solo a través del canal real, sino sobre todo por intermedio del canal financiero y bancario.
En 2019, el producto interno bruto (PIB) de América Latina y el Caribe crecerá un 1,7%, cifra que representa un ajuste a la baja de una décima con respecto a las proyecciones publicadas en octubre. Esta modificación se debe principalmente a condiciones globales que se perciben menos favorables que entonces.
Cabe notar la heterogeneidad que se observa en la región cuando se evalúa el desempeño de los países por separado, ya que mientras en la mayoría se mantiene o disminuye la previsión de crecimiento para 2019, en unos pocos las estimaciones se revisan al alza.
Así como en años anteriores, la dinámica de crecimiento proyectada varía entre los países y las subregiones y responde no solo a los efectos diferenciados del contexto internacional en cada economía, sino también al comportamiento de los componentes del gasto —en particular el consumo y la inversión—, que ha venido siguiendo patrones distintos en las economías del norte y las del sur.
La actividad económica en la subregión de América del Sur pasará de un crecimiento del 0,6% en 2018 a uno del 1,4% en 2019. En términos del gasto, se observa que en 2019 los componentes de la demanda interna mantienen su contribución, mientras que el aporte de las exportaciones de bienes y servicios sería mayor. Esto se debe principalmente a la reducida base de comparación de 2018, pues en términos de la demanda externa no se espera un gran dinamismo.
Por su parte, el crecimiento de la subregión de Centroamérica aumentará una décima en 2019 y llegará a un 3,3%; es decir, mantendrá un ritmo similar al que las economías exhibieron en 2017 y 2018. Mientras, en México la tasa de crecimiento será del 2,1%.
En Centroamérica y México en conjunto existirá un incremento mayor de la demanda interna. El consumo privado mantiene su contribución, en tanto que la inversión la aumentaría. Por el contrario, el aporte de las exportaciones de bienes y servicios disminuirá debido a que se espera un menor dinamismo en la economía de los Estados Unidos y una menor expansión del comercio mundial. Finalmente, las economías del Caribe de habla inglesa y holandesa mostrarán un crecimiento del 2,1%, una décima superior al del presente año.
[Del capítulo Desafíos y perspectivas para 2019.]
Título: Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe.
Editor: Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
Mes / año: Diciembre 2018.
Páginas: 138.
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