FANGO BACHAS

Todo empezó hace algo más de una década, como actividad complementaria de un taller de alfarería. Con una apuesta por los productos de cerámica únicos y rústicos, la firma ha logrado incursiones en mercados de tres continentes.

Por Mariano Wolfson

Elaboración artesanal, toque artístico y acabado industrial: con esta fórmula, sumada a diseños singulares y a una actitud bastante pujante para incursionar en los mercados externos, Fango Bachas logró colocar sus productos en diez naciones del mundo. Esta empresa argentina fabrica bachas y lavabos de cerámica para baños; sus piezas pretenden ser únicas y no sólo cumplir su función, sino además decorar el ambiente.

“Las bachas de Fango están hechas y decoradas a mano, con arcilla proveniente de Zapala. Para la terminación, tenemos hornos de cerámica que alcanzan más de mil grados y trabajan con una computadora, lo que garantiza un ciclo de cocción perfecto. Y usamos esmaltes de cerámica, lo que hace que sean cien por ciento impermeables y que el material no se desprenda con el tiempo. En apariencia, la bacha es rústica, pero para el uso cotidiano es como una de losa blanca, que se puede limpiar con cualquier cosa”, asegura Diego Szmulewicz, socio gerente de la firma.

La trayectoria de la empresa se remonta a una década atrás. “Hago alfarería desde los 18 años. En una época, confeccionaba las bachas, las decoraba y vendía; era una empresa originalmente unipersonal. Tenía un taller de alfarería donde daba clases y empecé a desarrollarlas como cosa aparte. Cuando arranqué, no se veían tantos modelos artesanales; sí empezaban a usarse los de apoyo. Nosotros hacemos 90 por ciento de esta clase, y apenas 10 por ciento de embutido. La diferencia es que la de apoyo va sobre la mesada —puede utilizarse sobre madera, hierro, vidrio, mármol o cemento alisado, por ejemplo—, en tanto que la embutida sobresale muy poquito; y como nuestros productos son como un objeto decorativo, la gente siempre los quiere ver apoyados”, explica Szmulewicz.

Cuando las ventas de bachas comenzaron a crecer, vendió el área del taller y se enfocó en este negocio. “Empecé a tener clientes en Floresta —en la calle Alberdi, uno de los nichos que reúne varias casas de la construcción— y la cadena Blaisten se incorporó a nuestros canales de comercialización. Luego, como soy medio inquieto, empecé a investigar cómo exportar”, comenta.

Vea el texto completo en la edición impresa.

Suscríbase.