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AMÉRICA LATINA

Con la economía estancada y el viento en contra

Esta edición del informe de la CEPAL evalúa la marcha de la llamada hiperglobalización, el rezago de la región en términos de su inserción en la economía global y el escaso dinamismo de sus exportaciones. Por su parte, el capítulo final se refiere al controvertido Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP).

 

Desde los años noventa, el mundo entró en una nueva fase de relaciones económicas entre los países, denominada hiperglobalización, que se caracteriza por un crecimiento acelerado de los flujos transfronterizos de bienes, servicios y capitales. A partir de la década de 2000, se sumó un aumento exponencial de los flujos digitales transfronterizos. Otra tendencia ha sido el incremento de la proporción de los migrantes en la población de los países industrializados, aunque esta se mantuvo estable a nivel mundial. La hiperglobalización se caracteriza también por la baja presencia de bienes públicos globales y mecanismos de coordinación internacional que permitirían corregir o atenuar las tensiones asociadas a este fenómeno.

En muchos países avanzados, recientemente ha aumentado la insatisfacción con la hiperglobalización. Ella se evidencia principalmente en los resultados del referéndum de junio de 2016 sobre la salida del Reino Unido en la Unión Europea (brexit) y en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos celebradas en noviembre de 2016, junto con el crecimiento de los movimientos antiglobalización en varios países. De manera más general, una proporción importante de la población de estos países cuestiona los beneficios del comercio y la inversión de empresas extranjeras.

La creciente resistencia a la hiperglobalización tiene su origen en distintos tipos de tensiones crecientes. Primero, la economía y el comercio mundiales se vieron refrenados por un sesgo recesivo tras la crisis de 2008 y 2009. La débil recuperación económica se traduce en altos costos sociales, en especial en economías europeas que todavía no han recuperado el nivel de empleo previo a la crisis. Segundo, pese a la reducción de la pobreza a nivel mundial, la distribución del ingreso se deterioró en casi todas las economías avanzadas en las últimas décadas. Tercero, el aumento sostenido de la inmigración en los Estados Unidos y Europa ha creado crecientes tensiones, que se ven reforzadas en un contexto de débil crecimiento económico.

Las tensiones sociales y políticas recientes emergen de la contradicción entre los objetivos de equilibrio externo y bienestar de los Gobiernos, por un lado, y la dinámica de la hiperglobalización, por el otro. En una economía mundial muy heterogénea, en que las capacidades tecnológicas y la competitividad de las economías son muy distintas, hay una tendencia a que se generen y persistan desequilibrios en cuenta corriente. En la medida en que el sistema internacional no cuente con mecanismos de coordinación ni bienes públicos globales, los países deficitarios se verán obligados a reducir su crecimiento, sus niveles de empleo y gastos en bienestar social para evitar incurrir en mayores desequilibrios externos. Así, se aumenta la desigualdad y se genera un sesgo recesivo en que el equilibrio social se deja de lado para evitar que se profundicen los desequilibrios en cuenta corriente. La caída de la demanda agregada y la competencia global más intensa también impactan sobre el empleo y los salarios en los países desarrollados, sobre todo en el caso de los trabajadores menos calificados. Este es el grupo en que más ha aumentado el descontento con la hiperglobalización.

Una manifestación del sesgo recesivo de la economía mundial es el bajo dinamismo del comercio en los últimos años. En 2015, el valor del comercio mundial de bienes se redujo un 14%, mientras su volumen creció apenas un 2,7%. En 2016, el volumen del comercio mundial de bienes crecería apenas un 1,7%, su menor expansión desde la crisis económica mundial y su quinto año consecutivo de crecimiento por debajo del 3%. En la historia reciente, la actual etapa de bajo dinamismo del comercio mundial no tiene precedente desde los años ochenta. El comercio mundial de servicios también registró una caída de su valor en 2015, aunque menos pronunciada que el comercio de bienes (-6,4%).

Varios factores explican la persistente debilidad del comercio mundial. Estos incluyen el bajo dinamismo de la demanda global, un menor ritmo de liberalización del comercio y el freno a la expansión de las cadenas globales de valor. A esto se suma la caída de los precios de los productos básicos, que ha repercutido negativamente en la demanda de importaciones de los países exportadores de dichos productos. La menor demanda de importaciones de China también ha tenido un papel importante en ese desempeño. En un horizonte de mediano plazo, no se prevé una recuperación marcada del comercio mundial, debido a que se espera que persistan los factores estructurales que han determinado su menor dinamismo en los últimos años.

El sesgo recesivo de la economía mundial se ha prolongado más de lo anticipado, como lo evidencian las sucesivas revisiones a la baja de las proyecciones de crecimiento en los últimos años. Las economías de los países avanzados siguen exhibiendo un débil desempeño en 2016. En los Estados Unidos, el crecimiento de la economía fue más bajo que lo anticipado en el primer semestre de este año. La incipiente recuperación de la economía europea será afectada por la incertidumbre sobre las consecuencias del brexit. La economía japonesa se estancó en el segundo trimestre de 2016, después de haber crecido solo un 0,5% en el primero. Con la excepción de China y la India, el crecimiento de las principales economías emergentes será más lento en 2016 que en 2015. Esto se debe en parte a la menor demanda de los países industrializados y a la disminución de los precios de las materias primas. Asimismo, la aplicación de políticas fiscales y monetarias restrictivas en varios países en desarrollo para contener los choques externos negativos frenó aún más el crecimiento.

La recuperación del crecimiento mundial se ha demorado más de lo esperado por varias razones. Primero, el impacto de las políticas monetarias expansivas adoptadas desde la crisis financiera mundial en las principales economías avanzadas fue menor de lo esperado. Se podría hablar de un agotamiento de la política monetaria como herramienta de estímulo a la demanda agregada. Por su parte, la política fiscal en los países desarrollados se tornó restrictiva tras un período inicial de expansión en respuesta a la crisis. La ineficacia de la política monetaria para reactivar a las principales economías ha llevado recientemente a una revaloración del papel de la política fiscal. Por ejemplo, el nuevo plan plurianual de estímulo anunciado por el Gobierno del Japón en agosto de 2016 sugiere un mayor protagonismo de la política fiscal, rompiendo con la tendencia a tomar medidas de austeridad en tiempos de crisis.

Segundo, la expansión del sector financiero aumenta los desequilibrios. Ello se manifiesta, en particular, en el fuerte aumento de los activos financieros: mientras que en 1980 su valor era cercano al del PIB mundial, desde la segunda mitad de la década de 2000 lo supera en más de diez veces. Otra manifestación del desacople entre la actividad real y la financiera es la menor tasa de crecimiento del comercio mundial comparada con la expansión de los flujos transfronterizos de capitales. El aumento de la liquidez mundial condujo a que muchas economías emergentes elevaran su apalancamiento externo y, con ello, su exposición a los ciclos de liquidez globales.

Tercero, China ha reducido su aporte al dinamismo de la demanda mundial de importaciones. Aunque la economía de ese país sigue creciendo a un ritmo cercano al 6,5%, su demanda de importaciones ha disminuido debido a la transición de su modelo de crecimiento desde una economía impulsada por la inversión y las exportaciones de manufacturas hacia una con un mayor aporte del consumo y los servicios. Además, su demanda de importaciones está disminuyendo porque las empresas manufactureras chinas han estado reduciendo el contenido importado de su producción. Como consecuencia de todo lo anterior, el volumen de importaciones del país anotó seis trimestres consecutivos de caídas interanuales entre el primer trimestre de 2015 y el segundo trimestre de 2016.

Cuarto, el aumento de los desequilibrios entre los saldos en cuenta corriente de las principales economías en 2016 agrava el sesgo recesivo global. Desde 2013, hubo una tendencia al aumento del superávit en cuenta corriente en varios países, incluidos Alemania y otros países superavitarios de la zona del euro, China, el Japón y la República de Corea. Salvo en el Japón, estos crecientes superávits en la cuenta corriente se explican principalmente por sus mayores superávits comerciales. El bajo dinamismo de las importaciones de las economías superavitarias contribuye al estancamiento de la demanda mundial. Por su parte, la reducción del déficit en la cuenta corriente de varios países tradicionalmente deficitarios, principalmente en la zona del euro, también ha contribuido a empeorar el sesgo recesivo global.

[De la Introducción]

 

Título: Panorama de la Inserción Internacional de América Latina y el Caribe 2016: la región frente a las tensiones de la globalización.
Autor: Mario Cimoli, de la División de Comercio Internacional e Integración (principal responsable).
Editor: Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
Mes / año: noviembre 2016.
Páginas: 171

 

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