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DESARROLLO ECONÓMICO

La Revolución 4.0 alumbra otra matriz industrial

Se presentó en la UIA un libro que analiza el impacto de nuevas tecnologías sobre la producción, el trabajo, las cadenas globales de valor y el comercio.

 

“La industria 4.0 plantea otras lógicas y llama a realizar un pacto social tecnológico, que promueva instrumentos de política adaptados a la nueva realidad, desde compras públicas para la innovación, paritarias con cláusulas de innovación para los empleados del futuro, hasta el desarrollo de una tecno-diplomacia para consolidar los intereses tecnológicos nacionales en las negociaciones comerciales”, sostuvo Gustavo Beliz, director del INTAL, en la presentación del libro Industria 4.0: Fabricando el Futuro, realizado en colaboración con la Unión Industrial Argentina (UIA).

A comienzos de agosto, esa entidad organizó en su sede un desayuno de trabajo en el que académicos, empresarios y funcionarios debatieron sobre el futuro de la industria a partir de algunas de las conclusiones que arroja el libro, editado en conjunto por el Instituto para la Integración de América Latina y el Caribe (INTAL), el sector de Integración y Comercio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la propia UIA.

Miguel Acevedo, presidente de la UIA, fue el encargado de recibir a los presentes. Tras destacar que la alianza con INTAL-BID permitirá profundizar un trabajo iniciado el año pasado, sostuvo: “No se puede pensar que el sector agrícola por si solo nos va a sacar adelante; hay que trabajar en conjunto, en todos los sectores, y todos los sectores trabajando juntos, agro, industria, comercio y servicios”.

Por su parte, Eduardo Nougues, gerente de Recursos Institucionales de Ledesma y vicepresidente de la UIA, resaltó la oportunidad de la publicación: “La industria 4.0 está generando una revolución en el mundo y también en nuestro país. Hay empresas en el país que ya están invirtiendo en estas nuevas tecnologías. Se abre una gran oportunidad para la industria como un motor del desarrollo argentino”, dijo.

“Celebramos que la entidad madre de la industria argentina se ponga al frente de pensar en las implicancias de esta revolución”, que “ya está en marcha también en Argentina, como lo demuestran los casos de empresas como Tenaris y Sinteplast recopilados en el libro”, afirmó Beliz.

Instó a la vez a desarrollar una mirada estratégica desde el Estado, como sucede en Alemania, Reino Unido, Francia, entre otros países. “La revolución 4.0 requiere una institucionalidad 4.0, lo que no se puede lograr en piloto automático. Necesita una mirada estratégica del Estado, convocando a todos los sectores. Requiere analizar la historia del país, experiencias como las de Carlos Pellegrini que tanto tiene que ver con la historia de la UIA, en el marco de lo que fue el desarrollo de una industria 1.0 en Argentina, o como la de Pinedo, o los Planes Quinquenales de los años 50, o la visión de Frondizi, por ejemplo”, dijo.

Paula Garnero, coautora del libro y encargada de presentar los principales resultados de la investigación, planteó que esta cuarta revolución industrial se diferencia de las anteriores por la gran variedad de tecnologías disruptivas que la componen. “Se trata de una matriz entrelazada de nuevas tecnologías que borran los límites entre lo físico, lo digital y lo biológico, generando una fusión entre estos tres planos y un cambio de paradigma”, afirmó Garnero.

“La transformación más profunda se produce por la digitalización y el creciente alcance de la conectividad. Pero la novedad de esta época es que la conectividad alcanza también a los objetos, permitiendo la conexión en varios sentidos: máquina-máquina (M2M), máquina-producto, máquina-humano, producto-humano”, agregó.

De acuerdo con la autora, esa matriz da lugar a fábricas inteligentes y permite a las empresas una integración vertical y horizontal capaz de generar mejoras de productividad en toda la cadena de valor de la que participan y la conformación de redes dinámicas para potenciar los procesos de innovación.

A su juicio, “el desafío dejó de ser producir mucho con pocos recursos o vender mucho para conseguir una mayor participación en el mercado”, para orientarse a “personalizar los productos, capturar el valor generado a partir del uso de su producto, y pasar del producto tradicional al producto-plataforma”, con la fabricación de productos inteligentes que incorporación servicios.

De tal manera, surgen nuevas oportunidades para que las pymes produzcan de forma inteligente y formen partes de redes de manufactura desconcentradas, en la medida que el acceso a tecnologías específicas reduce la importancia de las economías de escala. Al respecto, observó que las empresas tienen cada vez más información sobre sus clientes, pero en muchos casos “las pymes no tienen las capacidades y habilidades de gestión necesarias para aprovecharla”.

Garnero explicó que esos cambios tecnológicos impactan sobre las condiciones laborales, las habilidades demandadas a los trabajadores y las remuneraciones que perciben. Se abre “un escenario tridimensional de creación y destrucción de empleo y desplazamiento de trabajadores”, con un aumento de la demanda de “un mix de habilidades soft y hard, vinculadas a las TICs (tecnologías de la información y la comunicación), la aritmética y las habilidades cuantitativas STEM (sigla en inglés de los términos Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Matemáticas), así como la auto organización, las habilidades de gestión y comunicación y la creatividad y la curiosidad”.

Por último, destacó que “la Revolución 4.0 desafía particularmente a los países emergentes, ya que desplaza la competitividad basada en costos salariales y ventajas naturales, y revaloriza el ecosistema productivo y el capital humano”, al tiempo que incrementa la exigencia en materia de infraestructura, logística, recursos humanos, requisitos regulatorios y base de proveedores, entre otros factores.

Tras las exposiciones de Guillermo Murphy, director comercial de Tenaris, y Miguel Ángel Rodríguez, director de Operaciones de Sinteplast, sobre las transformaciones tecnológicas encaradas por esas empresas, analizadas en el libro, Diego Coatz, economista jefe de la UIA, evaluó que estos cambios obligan a repensar las políticas productivas e industriales en particular, que “vuelven a ser indispensables”, y revalorizan herramientas tradicionales como los créditos blandos y los incentivos fiscales.

A su turno, Fernando Peirano, vicepresidente del Departamento de Ciencia, Tecnología e Innovación de la UIA, argumentó que, si se quiere que el país sea un jugador global en la industria, es preciso “construir una mirada propia” que tenga en cuenta las fortalezas y debilidades de la Argentina” y valorice activos como los recursos naturales, la buena base tecnológica, una de las mayores inversiones en investigación y desarrollo de la región y un importante sector industrial, con un PIB industrial per cápita relativamente alto.

A continuación, Ana Basco, especialista del INTAL y otra de las coautoras del libro, compartió algunos resultados de una encuesta realizada en alianza con Latinobarómetro a más de 20.000 personas en 18 países de la región. Según uno de sus capítulos, poco más de 70% de los argentinos —en línea con el promedio regional y encuestas similares en Europa y Estados Unidos— cree que “la automatización y la tecnología son una amenaza para el empleo”, aunque los argentinos también muestran un mayor grado de utilización de nuevas tecnologías, incluyendo acceso a internet, y disponibilidad a usarlas, como refleja, por ejemplo, la penetración del e-commerce.

Finalmente, tomaron la palabra Bernardo Kosacoff, reconocido académico industrial que participó de la publicación, y Paula Szenkman, secretaria de Transformación Productiva de la Nación.

Kosacoff destacó dos ideas que surgen del libro. La primera, que “la industria es parte de la solución para el desarrollo argentino, y no parte del problema”, y la segunda, que “aunque hay que trabajar mucho, todo se construye sobre los activos ya generados”.

A su entender, es necesario “terminar con los viejos dilemas entre industria y campo” y “revalorizar la importancia del mercado interno como plataforma para desarrollar las capacidades necesarias para luego poder exportar”. Para ello, destacó, “debe haber un mayor involucramiento del sector público”.

Szenkman aseguró que el Gobierno conoce los desafíos y que su Secretaría está trabajando en varias áreas, incluyendo nuevas herramientas de medición de la economía digital, análisis de impacto de la automatización sobre las cadenas de valor y nuevas iniciativas para el fortalecimiento de las capacidades en las pymes. No obstante, afirmó que, “el contexto requiere priorizar y apostar a las áreas y sectores donde se puede realizar un mayor impacto”.

 

Publicado el 16-08-2018
Fuente / Foto: INTAL-BID.