POLONIA

Sobreponerse a la adversidad

La nación centroeuropea, marcada por una historia trágica, debate aún el estatus de su vínculo con el bloque continental. El intercambio comercial es fuertemente favorable a la Argentina, que le exporta básicamente derivados de la soja.

Sobreponerse a la adversidad

 

Por Martín Borja

El vértigo informativo puede hacer olvidar demasiado rápido algunas noticias, por más impactantes que sean: hace algunos meses, en abril de 2010, Polonia sufrió la que fue considerada como la mayor tragedia nacional desde el fin de la Segunda Guerra. El presidente Lech Kaczynski y su esposa, junto con otras 95 personas, entre las que se contaba buena parte de la dirigencia gobernante, además de figuras destacadas del ámbito militar, legislativo y religioso, murieron al estrellarse en Rusia el avión en el que viajaban. Se dirigían al acto de recordación de un crimen aberrante: la masacre de Katyn, cometida por los servicios secretos estalinistas, en la que fueron ejecutados unos 20.000 oficiales polacos en la primavera de 1940. Más de siete décadas después de las consecutivas ocupaciones nazi y soviética, y del inicio del período bélico más sangriento —en el que murieron varios millones de polacos—, el país sigue hoy marcado a fuego por el estigma doloroso de su pasado e intenta superar el sentimiento arraigado de desconfianza hacia sus vecinos de Europa. No es para menos.

Polonia pudo liberarse de sus ataduras políticas y económicas recién a partir de la década de los ‘90, luego del derrumbe del bloque soviético y, de esa manera, probar paso a paso un camino propio hacia transformaciones estructurales. En los últimos tres años, el escenario político en Varsovia estuvo signado por tensiones permanentes entre ultraconservadores y liberales, enfrentados por la política exterior y por visiones históricas diferentes sobre la guerra y el período comunista. El fallecido presidente Kaczynski, líder junto a su hermano Jaroslaw del partido de derecha Ley y Justicia, vio declinar su popularidad a fuerza de políticas de polarización y aislamiento respecto del resto del continente. Por su parte, el primer ministro, Donald Tusk, jefe de la agrupación liberal Plataforma Cívica, capitalizó ese descontento y, tras el luto por la tragedia aérea, proyectó a su candidato Bronislaw Komorowski hacia la Presidencia de la República, cargo que éste ocupa desde julio pasado, después de un reñido ballotage. De esta forma, los cargos ejecutivos de mayor peso, al igual que la mayoría parlamentaria, están hoy en manos de quienes son proclives a una mayor apertura hacia Europa, además de propiciar más reformas y privatizaciones.

La economía polaca ha sabido sortear muy bien la profunda crisis mundial desatada en 2008, que aún sigue poniendo al borde del colapso financiero a varios países. Mientras los síntomas generalizados en Europa Central y Oriental son la recesión, la caída en la producción, el aumento del desempleo y el estancamiento del sistema bancario, Polonia superó un primer cimbronazo y hoy sigue exhibiendo crecimiento del PBI, estabilidad de su moneda (el zloty) y un sector financiero medianamente saludable. Hay varias razones de peso para entender ese desempeño, sostenido sobre algunos puntos fundamentales. Aún fuera de la eurozona, el tipo de cambio flexible funciona como escudo protector: un zloty más debilitado permite un rendimiento parejo de las exportaciones y contiene el ingreso de productos importados. El mercado laboral también es más flexible, con menores costos de mano de obra calificada, lo que resulta más atractivo para los empresarios, además de ser una plataforma competitiva para producir de cara a posibles consumidores internos y continentales. Esto permitió hasta ahora sostener a la industria y al mercado interno, además de contener el fantasma del desempleo, que se mantiene en 12%.

Organismos internacionales como la OCDE y el FMI aseguran que la economía polaca seguirá creciendo alrededor de 3% en los próximos dos años, y esto no es un dato desdeñable, en un contexto recesivo generalizado.

Con 38 millones de habitantes, Polonia tiene un territorio que equivale a sólo 11,2% de la superficie continental de la Argentina. Si bien el ingreso per cápita viene disminuyendo y actualmente es de 13.000 dólares, conserva más que aceptables índices de desarrollo humano —según las mediciones del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)— y ha logrado aumentar la inversión pública gracias a la utilización prudente en importantes obras de infraestructura, especialmente carreteras, de fondos de aportados por la Unión Europea (UE). Si bien su incorporación en 2004 a la UE trajo beneficios indudables para la integración de su potencial productivo con Europa y el mundo, la posibilidad de adoptar el euro trae dudas y discusiones internas. El nuevo gobierno, de impronta aperturista, tal vez incline en un futuro cercano la balanza hacia esa opción, si es que las economías en crisis logran recuperarse de la bancarrota. De otra forma, el ingreso a la eurozona no es negocio para los polacos.

No obstante una balanza comercial ligeramente deficitaria, las exportaciones polacas continúan teniendo un alto rendimiento, a pesar de una disminución en 2009-2010. Un lugar notorio en las ventas externas lo ocupan los minerales, dadas las grandes reservas de carbón y lignito, junto a las de otros como cobre, plomo, zinc, azufre y plata. La región de Silesia, notablemente rica en estos recursos, posiciona a Polonia en el quinto lugar internacional en producción de carbón. Además, es poderosa su industria de electrodomésticos, sobre todo de línea blanca, que se ubica en segundo lugar en Europa.

Por su parte, el sector agrícola sigue siendo muy importante para su economía interna y externa, gracias a un proceso de modernización luego de décadas de estancamiento y atraso; 60% de la superficie nacional está dedicada a esta actividad. El país se encuentra entre los mayores productores mundiales de centeno, papa, cereza y zanahorias, además de ser líder en exportación de jugos de manzana. La producción forestal también está entre las más rentables, al igual que el mercado de la construcción. Un informe reciente de la Embajada Argentina en Polonia indica a los sectores electromecánico, químico y alimenticio como los que liderarán en un futuro próximo las exportaciones de aquel país. También señala el papel central que tendrá en los campos de servicios empresariales a distancia (deslocalización y offshoring), desarrollo financiero y tecnología de la información (TI).

El principal socio comercial de Polonia es, por lejos, Alemania, con una participación cercana a 30% del intercambio total, mientras que Francia, Rusia e Italia también se ubican en lugares importantes tanto en las compras como en las ventas. Entretanto, China se destaca como el segundo proveedor de los polacos.

Si bien el vínculo comercial con América Latina resulta aún de volumen escaso, la Argentina ha podido posicionarse como el principal abastecedor del mercado polaco en el continente, incluso superando a Brasil. El auge de los pellets y la harina de soja tiene mucho que ver con este liderazgo, teniendo en cuenta que Polonia no puede producir la oleaginosa más cotizada hoy en el mundo. De hecho, 87% de las ventas a ese destino corresponden a productos de ese complejo. Otros bienes argentinos presentes allí son legumbres —especialmente maní—, hortalizas, pescados, miel y frutas frescas. También vienen creciendo las colocaciones de vinos, gracias a degustaciones y ferias que promueve la embajada argentina todos los años.

El intercambio bilateral en el transcurso de la última década se ha multiplicado por diez, con un pico de 586 millones de dólares en 2008, y un monto de 493 millones en 2009. Según estadísticas del Centro de Economía Internacional de la Cancillería (CEI), las exportaciones locales sumaron el año pasado 428 millones de dólares y mantuvieron un ritmo similar durante 2010, lo que confirma un fuerte superávit a favor de la Argentina, a pesar de los intentos de las autoridades polacas por equilibrar la balanza.

La necesidad de desojizar la relación y de diversificar la oferta exportable hacia ese país se acentuará, sobre todo, si Polonia finalmente regula la ley que prohíbe el ingreso de organismos genéticamente modificados (OGM), cuya entrada en vigor está estipulada para 2013. No obstante, las materias primas y manufacturas del rubro alimenticio que puede ofrecer la Argentina resultan sumamente necesarias para aquel mercado, lo que constituye un desafío, ya que en ese sector los principales competidores son China, por un lado, y, Brasil y Chile, por otro.

La economía polaca supo posicionarse, desde su entrada a la UE, como paso estratégico entre la región central y oriental del continente, gracias a la liberalización de procedimientos aduaneros, reducciones arancelarias y otorgamiento de visas. Las ventajas comparativas de su mercado interno, sobre todo, hacen que sea un lugar atractivo para las inversiones extranjeras, y podría serlo en el futuro también para las argentinas. La empresa Stein Ferroaleaciones, de Mendoza, viene trabajando desde hace algunos años en Polonia, en dos plantas de envainado de calcio silicio —producido en Luján de Cuyo—, con las que abastece a acerías y fundiciones. Por otro lado, el laboratorio rosarino Wiener inauguró en 2009 su primera filial en Varsovia, para la fabricación de reactivos para diagnóstico clínico. La desregulación progresiva de sectores vitales como las telecomunicaciones, los ferrocarriles, la minería y la distribución de electricidad y de gas, sumado al impulso adquirido por la construcción de carreteras y autopistas urbanas, puede convertirlos en un foco de interés empresarial.

 

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Correo: [email protected]

• Corporación Polaca de Ferias Comerciales
www.polfair.com.pl (hay versión en inglés)

 

Sitios de interés

  Asociación Cultural Argentino-Polaca (ACAP)
www.acapweb.org.ar
Correo: [email protected]
Teléfonos: (54 11) 4899-0937 / 4795-0918

• Página web oficial de Polonia
www.poland.pl (versión en inglés)
Ofrece información sobre cultura, historia, geografía, negocios y economía.

 

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