PRODUCCIÓN SOSTENIBLE

La Argentina ocupa el segundo lugar mundial en el uso de esos agroquímicos, pero la ecuación es ineficiente cuando se evalúa su impacto en la producción.

La Argentina está en el segundo lugar de mayor utilización de herbicidas por hectárea en su producción agraria, detrás de Chile, por delante de Brasil y muy por encima de Alemania, Dinamarca, Estados Unidos, Italia y Francia, por ejemplo. Sin embargo, ello no se traduce en mayores rendimientos por hectárea, sino por el contrario. Según consigna el trabajo Los plaguicidas agregados al suelo y su destino en el ambiente, de acuerdo con datos del Banco Mundial y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por su nombre en inglés), la Argentina es el país menos eficiente en términos de producción de granos por volumen utilizado de herbicidas.

El estudio, realizado por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y publicado en diciembre último, analiza la evidencia disponible respecto del uso de plaguicidas en la producción y propone debatir alternativas al modelo agropecuario actual mediante herramientas como “el manejo de los suelos, los sistemas de labranzas, los sistemas ecológicos, las tecnologías de procesos, la reducción de dosis de plaguicidas y el uso de insumos en el marco de las buenas prácticas agrícolas”.

Las conclusiones apuntan que, si bien han aumentado los rendimientos en diferentes cultivos, “la capacidad de captación de esa ganancia por parte del productor agropecuario argentino es menor debido justamente a que hay una transferencia de esa rentabilidad a las empresas que producen y venden los paquetes tecnológicos de altos insumos”, en su mayoría internacionales y/o multinacionales.

Finalmente, los autores se dirigen al conjunto de la comunidad científico tecnológica para proponer un debate en torno de los siguientes objetivos:

• Buscar alternativas para reducir la carga de plaguicidas aplicados en el ambiente;

• Revalorizar la agronomía en una propuesta que contemple la diversificación de la producción, la inclusión de la ganadería en los casos que sea posible, la rotación de cultivos, la rotación de agroquímicos aplicados en función de umbrales de daño o proporción de afectación del lote, la adopción de tecnologías de procesos y sistemas de labranza o no labranza más adecuados a cada situación productiva;

• Mejorar las condiciones de vida de los empleados rurales, las familias rurales y la sociedad en su conjunto;

• Desarrollar tecnología nacional y/o pública para garantizar la soberanía tecnológica en materia agropecuaria;

• Impulsar políticas públicas que abarquen desde el establecimiento de áreas donde no se apliquen agroquímicos hasta los contratos de arrendamiento por una o dos cosechas, que maximizan ganancias a costa del suelo y el ambiente y se alejan de una planificación productiva más sustentable.

El libro contiene una breve descripción del marco legal vigente en el país sobre el uso de plaguicidas y su impacto ambiental; estadísticas sobre la producción agropecuaria y el uso de plaguicidas y reseña de métodos y equipamiento para detectar su uso y cuantificar sus residuos.

Publicado el 22-01-2016
Foto: INTA.