INSEGURIDAD ALIMENTARIA

La humanidad, lejos de alcanzar el hambre cero

Junto al habitual diagnóstico sobre el hambre y la malnutrición, que exhibe sombrías perspectivas, esta edición del informe de la FAO avanza en proponer definiciones sobre la financiación de acciones para la seguridad alimentaria y la nutrición, y orientaciones acerca de cómo aplicarla.

La humanidad, lejos de alcanzar el hambre cero

 

El mundo sigue muy lejos de cumplir el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 2, Hambre cero, con la prevalencia mundial de la subalimentación persistentemente situada casi al mismo nivel durante tres años consecutivos, tras aumentar bruscamente después de la pandemia de la enfermedad por coronavirus (COVID-19). Entre 713 y 757 millones de personas podrían haber padecido hambre en 2023: una de cada 11 personas en todo el mundo y una de cada cinco en África. El hambre sigue aumentando en África, pero apenas ha sufrido variaciones en Asia, mientras que en la región de América Latina y el Caribe se han registrado progresos notables.

También se han estancado los progresos hacia el objetivo más amplio de garantizar a todos un acceso sistemático a una alimentación adecuada; la prevalencia de la inseguridad alimentaria moderada o grave no ha sufrido variaciones en tres años consecutivos a escala mundial, aunque es importante destacar los progresos registrados en América Latina. Se estima que, en 2023, el 28,9 % de la población mundial (2 330 millones de personas) padeció inseguridad alimentaria moderada o grave.

En cuanto al acceso asequible a alimentos nutritivos, según estimaciones actualizadas y mejoradas, más de un tercio de la población mundial (cerca de 2 800 millones de personas) no pudo permitirse una dieta saludable en 2022. Las desigualdades son patentes: el mayor porcentaje de la población que no pudo permitirse una dieta saludable corresponde a los países de ingresos bajos (71,5 %) en comparación con los países de ingresos medianos bajos (52,6 %), los países de ingresos medianos altos (21,5 %) y los países de ingresos altos (6,3 %).

La falta de mejoras en la seguridad alimentaria y los progresos desiguales en el acceso asequible a dietas saludables arrojan dudas sobre la posibilidad de alcanzar el Hambre cero en el mundo cuando quedan seis años para que venza el plazo de 2030. Las proyecciones indican que, a fines del decenio, padecerán subalimentación crónica 582 millones de personas, más de la mitad de ellas en África. Es preciso acelerar la transformación de nuestros sistemas agroalimentarios para fortalecer su resiliencia ante los principales factores determinantes de la inseguridad alimentaria y la malnutrición y abordar las desigualdades a fin de garantizar la asequibilidad y la disponibilidad de las dietas saludables para todos.

Se ha registrado algún avance hacia el logro del objetivo de poner fin a todas las formas de malnutrición, con mejoras en la prevalencia mundial del retraso en el crecimiento y la emaciación en los menores de cinco años y la lactancia materna exclusiva entre los lactantes menores de seis meses. La prevalencia mundial del bajo peso al nacer y el sobrepeso infantil se ha estancado, mientras que ha aumentado la anemia entre las mujeres de 15 a 49 años. El mundo no va camino de cumplir ninguna de las siete metas en materia de nutrición para 2030.

Las mejoras relativas al retraso en el crecimiento, la emaciación y la lactancia materna exclusiva sientan las bases para que la infancia alcance su pleno potencial de crecimiento y desarrollo, pero el aumento de las tasas de obesidad, que agrava la doble carga de la malnutrición, augura grandes dificultades para la salud y el bienestar en todos los grupos de edad. Se necesitan medidas con doble finalidad que aborden de forma simultánea la desnutrición, las carencias de micronutrientes, el sobrepeso y la obesidad atajando los factores determinantes de estos problemas que son comunes a todas las formas de malnutrición.

Para cumplir las metas 2.1 y 2.2 de los ODS, orientadas a poner fin al hambre, la inseguridad alimentaria y la malnutrición, se necesita una financiación más cuantiosa y más eficaz en función de los costos, pero actualmente no se dispone de una imagen clara de la financiación para la seguridad alimentaria y la nutrición, ni de la que está disponible ni de la que se necesita sumar, en relación con el cumplimiento de estas metas.

La amplia gama de definiciones de financiación para la seguridad alimentaria y la nutrición y las diferencias entre ellas generan incoherencias en las estimaciones. Dichas incoherencias dificultan la determinación de los ámbitos que necesitan más financiación, la práctica de la rendición de cuentas y el seguimiento de las repercusiones de las intervenciones. En consecuencia, urge contar con una definición y catalogación comunes de la financiación para la seguridad alimentaria y la nutrición, ya que las iniciativas actuales carecen de una atención y una claridad adecuadas.

En el presente informe se define la financiación para la seguridad alimentaria y la nutrición como los recursos financieros públicos y privados, tanto nacionales como extranjeros, que van dirigidos a erradicar el hambre, la inseguridad alimentaria y todas las formas de malnutrición. Dichos recursos se destinan a garantizar la disponibilidad, el acceso y la utilización de alimentos nutritivos e inocuos de forma estable, así como de prácticas que favorezcan las dietas saludables, y de servicios de salud, educación y protección social que hagan posibles estas metas. Incluyen los recursos dirigidos a fortalecer la resiliencia de los sistemas agroalimentarios ante los principales factores determinantes del hambre, la inseguridad alimentaria y la malnutrición, y ante sus factores estructurales subyacentes.

La adopción universal de una nueva definición y un enfoque normalizado para catalogar los flujos de financiación destinados a cumplir las metas 2.1 y 2.2 de los ODS conforme a lo expuesto en el presente informe debe dar cuenta del carácter multidimensional de la seguridad alimentaria y la nutrición, dejando de lado los límites definidos en función de sectores que suelen emplearse en estas definiciones.

Todavía no es posible cuantificar con precisión la financiación total disponible y la financiación adicional necesaria para respaldar todas las iniciativas dirigidas a cumplir las metas 2.1 y 2.2 de los ODS. El seguimiento de la financiación para la seguridad alimentaria y la nutrición es viable principalmente en el caso de los flujos públicos y oficiales, pero no en el de varios flujos privados.

El gasto público en seguridad alimentaria y nutrición se destina principalmente al consumo de alimentos, en particular en apoyo de la disponibilidad de alimentos y el acceso a estos, de acuerdo con datos sobre 10 países de ingresos medianos y bajos. Los gobiernos de los países de ingresos bajos parecen tener escasa capacidad de gasto para hacer frente a los principales factores determinantes de la inseguridad alimentaria y la malnutrición.

La seguridad alimentaria y la nutrición reciben menos de un cuarta parte del total de la ayuda al desarrollo oficial y otros flujos oficiales. En el período comprendido entre 2017 y 2021, estos flujos ascendieron a 76 000 millones de USD anuales, de los cuales solo el 34 % contribuyó a hacer frente a los principales factores.

[Principales mensajes.]

 

Título: El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2024. Resumen.

Editor: Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por su nombre en inglés).

Año: 2024.

Páginas: 48.

 

>Acceder al documento completo.

>Versión completa en inglés

 

Publicado el 02-08-2024


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