DÍA DE LA EXPORTACIÓN

Durante la tradicional celebración, el titular de la CERA planteó la necesidad de una nueva productividad. Y la ministra de Industria enfatizó la importancia de políticas que impulsen el desarrollo exportador de sectores estratégicos.

Como viene ocurriendo en los últimos años, el presidente de la Cámara de Exportadores de la República Argentina (CERA), Enrique Mantilla, y la ministra de Industria, Débora Giorgi, fueron los oradores centrales del acto por el Día de la Exportación. Mientras el dirigente empresario planteó la necesidad de una nueva productividad, la funcionaria aseguró que la Argentina es el único país del Mercosur que no primarizó sus ventas externas. Posteriormente, en uno de los habituales seminarios especializados, fue presentado un informe sobre el desempeño de las pymex en la última década.

Tras enumerar algunas de las crisis que ha atravesado el capitalismo a lo largo de su historia, generadoras de sucesivas transformaciones, Mantilla afirmó que el mundo asiste actualmente a “una confusa salida de la gran contracción 2008-2009, que ha dejado abultadas deudas públicas en los países centrales y una disfuncionalidad en sus sistemas políticos nacionales y también en la gobernabilidad de la Unión Europea, que está amenazada por una combinación letal: crisis fiscal, vulnerabilidad bancaria y bajo crecimiento”.

Al respecto, sostuvo que una de las características de esta nueva etapa es el reconocimiento de que las relaciones de antagonismo entre Estado y mercados “no aportan soluciones sustentables” y que, en consecuencia, es necesario buscar “nuevos equilibrios”. Para el titular de la CERA, “la articulación público-privada es un mecanismo apto para crear oportunidades y futuro”, aunque advirtió: “Como toda obra humana, podemos lograr la Venus de Milo o Frankenstein”.

Esa articulación —señaló—, está en la base de “la nueva productividad”, que demanda una cuidadosa evaluación de las prioridades y de los efectos de las intersecciones entre Estado y mercado. En tal sentido, y como ejemplo de iniciativas que a su juicio no van en la dirección correcta, mencionó la resolución 39/11 de la Unidad de Información Financiera (UIF), que establecía “requisitos incumplibles” para exportadores e importadores y fue suspendida luego de una impugnación de la CERA, y la obligación de adquirir certificados TAP (Transporte Argentino Protegido) emitidos por la empresa IVETRA para operar en el Puerto de Buenos Aires, denunciada por la entidad como una “exigencia ilícita anticompetitiva”.

Finalmente, Mantilla consideró que en los próximos años el crecimiento de la Argentina dependerá “de la sincronía entre el desarrollo exportador, los encadenamientos productivos y el desarrollo de las capacidad tecnológicas”. En esa dirección, evaluó que el Plan Estratégico Industrial 2020 impulsado por la ministra “abre un espacio de oportunidad” y apuntó tres restricciones que preocupan a la CERA: la energética, la educativa y la falta de un sólido mercado de capitales.

Durante su discurso, Giorgi subrayó que los productos manufacturados tienen cada vez más peso en las exportaciones argentinas, sobre todo en el caso del Mercosur, donde se concentran las de mayor valor agregado. En efecto, de 2003 a 2010, las ventas de ese segmento pasaron de 60% a 65% en promedio, mientras las que tienen por destino al bloque aumentaron de 58% a 80%.

“Para aprovechar las oportunidades que se presentan, la región debe blindarse a partir de políticas que fortalezcan el comercio intrazona —que hoy representa apenas 16% del total, contra cifras que rondan 50% a 60% en la Unión Europea y el NAFTA—, eviten que se revalúen las monedas, y procuren la expansión de sectores de alto valor agregado”, dijo la ministra. Y agregó que existe un enorme potencial para incrementar el intercambio de manufacturas, dado que 73% de lo que importan los países del bloque corresponde a productos industriales que se producen en el mismo Mercosur.

Para Giorgi, la crisis internacional encuentra a la región con una sólida situación macroeconómica y ventajas comparativas que la tornan apetecible; sin embargo, los movimientos especulativos de capitales, la apreciación cambiaria y la primarización de los patrones productivos constituyen amenazas que es preciso enfrentar con políticas regionales articuladas. Entre ellas, contabilizó las que apunten a una mayor integración productiva, con la articulación de cadenas de valor con pequeñas, medianas y grandes empresas, y a la complementación en materia de infraestructura, financiamiento, transferencia de tecnología, investigación y desarrollo.

En materia de defensa comercial, defendió la adopción de medidas frente a países de extrazona. “Tanto por una menor demanda de los países desarrollados como por una desaceleración de esos mercados, quizá China pueda tener una mayor agresividad, porque va a haber excedentes que querrán colocar sin ni siquiera cubrir los costos”, explicó.

La ministra anticipó algunas conclusiones surgidas de la elaboración del Plan Estratégico Industrial 2020, que considera a las exportaciones como una llave para apalancar el crecimiento. La iniciativa, explicó, entiende que la sustitución de importaciones en sectores clave como química, petroquímica y bienes de capital puede ofrecer, sobre la base de un mercado interno pujante, las condiciones de escala, calidad y tecnología que permitan avanzar hacia los mercados externos.

Con el mismo objetivo, y a partir de una política de articulación público-privada, describió finalmente otras estrategias específicas para productos que pueden alcanzar interesantes desarrollos exportadores, como textiles, calzado y marroquinería, minería, lácteos, medicamentos, software, maquinaria agrícola o industria automotriz.

El acto central se complementó con las exposiciones de Miguel Ángel Broda sobre el rumbo de la economía internacional y de Manuel Mora y Araujo sobre la situación política nacional, en vísperas de la celebración de las elecciones primarias. Por la tarde, integrantes del Observatorio de la CERA presentaron un informe sobre el desempeño exportador de las pymes a lo largo de la última década, que recomendó aprovechar el camino transitado con los países vecinos, ampliar el número de destinos no tradicionales y los acuerdos de comercio con economías de similar desarrollo relativo e impulsar la diversificación de productos, con énfasis en los de mayor valor agregado.