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PRODUCCIÓN DE ALIMENTOS

Innovaciones y desafíos de la agricultura global

El reconocido investigador Fernando Andrade repasa en este libro las proyecciones planteadas en una edición anterior, analiza en perspectiva la dinámica del progreso tecnológico y sostiene que es posible conciliar la satisfacción de una mayor demanda con la sostenibilidad ambiental y la equidad social.

 

Las demandas de productos agrícolas continuarán creciendo en las próximas décadas debido, principalmente, al aumento de la población y a los cambios en la calidad de la dieta de muchos habitantes. Las nuevas estimaciones indican que la demanda de alimentos aumentaría 47 % entre 2018 y 2050, aunque con grandes diferencias entre continentes.

La moderación de la dieta y la reducción de las pérdidas y desperdicios pueden modificar significativamente los volúmenes de alimentos demandados a futuro. Los aumentos de producción requeridos no deberían basarse en la expansión de la superficie cultivada ya que esto resulta en pérdidas de biodiversidad y hábitats, emisiones de gases de efecto invernadero, excesos hídricos y exposición de tierras frágiles a procesos de degradación. En consecuencia, los mayores esfuerzos para incrementar la producción tienen que enfocarse en la intensificación del uso de la tierra. Pero esta no debe basarse primariamente en mayores usos de insumos, sino en estrategias que contemplen ciertas tecnologías duras, y sobre todo, de procesos y conocimientos, que permitan detener o revertir el deterioro de los suelos y la contaminación y hacer un uso más eficiente de los recursos e insumos. Entre estas se analizaron el mejoramiento genético, la biotecnología, el manejo de cultivos con bases ecofisiológicas, el manejo integrado de organismos perjudiciales, las buenas prácticas de aplicación de fertilizantes, las buenas prácticas en producción animal, las practicas que conducen al uso eficiente del agua azul y verde, el incremento del número de cultivos por año y las producciones ecológicas.

El libro se focalizo en generar conciencia acerca de la necesidad de romper la asociación entre producción y degradación del ambiente. Tradicionalmente, la intensificación se asocia con una agricultura que causa mayor daño ambiental. Sin embargo, mayor producción agrícola y conservación de servicios ecosistémicos no necesariamente son mutuamente excluyentes. Existe compatibilidad entre sostenibilidad e intensificación a través de estrategias y tecnologías que propicien mayor productividad de los recursos e insumos, reducción del uso de insumos no renovables o contaminantes, rediseño de los sistemas de producción y mirada de paisaje.

Diferentes aproximaciones pueden alcanzar una mayor sostenibilidad de los agroecosistemas. En este escrito se engloban dentro del término intensificación sostenible. Toda tecnología potencialmente funcional a satisfacer futuras demandas y cuidar el ambiente debe ser considerada, analizada y evaluada con rigor científico. Las tecnologías deben ser pensadas de manera conjunta dentro de un sistema de producción, considerando las sinergias, las complementaciones y los posibles efectos compensatorios entre ellas, y sus interacciones con el ambiente.

En la edición anterior se fijaron objetivos productivos y ambientales para el periodo 2010-2050. En los años transcurridos a partir del año 2010, la producción de alimentos creció acorde a las proyecciones o incluso las supero. Contrariamente, las metas de reducción de impacto ambiental no se están cumpliendo a juzgar por el uso creciente de agroquímicos, el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero, la expansión del área cultivada, la degradación de suelos y la pérdida de biodiversidad. Esto debe incentivarnos a redoblar nuestros esfuerzos para alcanzar las elusivas metas ambientales.

Se indicaron, para el mundo y para cada continente, posibles combinaciones de estrategias y prácticas para cubrir las demandas del año 2050. De la información presentada surgen también las estrategias que se pueden utilizar en cuanto al objetivo de desacoplar la producción del impacto ambiental. La comparación de continentes revelo grandes diferencias en incremento de demanda, en la posibilidad de su regulación, en oferta potencial de alimentos y en efectos ambientales.

Las otras actividades humanas como la industria, el transporte y las domesticas ocasionan danos al ambiente, que en el caso del calentamiento global es mucho más severo que el debido a la agricultura. Por lo tanto, es necesario hacer un uso más eficiente de la energía, los materiales y los bienes y servicios en general, moderar y regular las demandas, y utilizar fuentes de energías y materiales renovables.

La pobreza es la principal causa de la desnutrición y de la inseguridad alimentaria. En las últimas décadas, el mundo ha hecho notables progresos en cuanto a la reducción de la pobreza extrema y la mejora de la nutrición, de la expectativa de vida y del nivel educativo de la población. Sin embargo, las mejoras en poder adquisitivo, dietas y otras variables de desarrollo humano difieren marcadamente entre regiones, países y dentro de cada país. El nivel de ingreso es muy deficiente en los países y sectores mas pobres, y se encuentra por debajo del valor que asegura la satisfacción de necesidades básicas de la población. En consecuencia, y a pesar del asombroso potencial tecnológico y de las mejoras observadas, vivimos en un mundo desparejo, con excluidos. La situación se agrava en algunas regiones por el cambio climático, el deterioro de los hábitats y los conflictos sociales. Los países y regiones más pobres son los que mayor desnutrición sufren, los que más crecen en población, los que menos aumentan sus ingresos, los que mayor impacto ambiental sufren, y los que menos capacidad de reacción tienen. Se enfatiza la necesidad de mejorar la nutrición y el nivel de vida de una importante fracción de la población mundial a través de estrategias y practicas cuidadosas del ambiente. Un aspecto para resaltar es que con determinados niveles de poder adquisitivo se alcanzan las metas de desarrollo humano mientras que el consumo y su consecuente impacto ambiental continúan creciendo.

Gracias a nuestras capacidades inherentes de innovación y colaboración pudimos adaptarnos, progresar y conquistar los distintos y variados territorios del planeta. Valiéndonos de estas capacidades podemos también lograr los objetivos de satisfacer la demanda futura de productos agrícolas, reducir el daño a la naturaleza y eliminar la pobreza. El gran interrogante es si queremos hacerlo.

Si la protegemos, la innovación humana es inevitable, impredecible, acumulativa, exponencial y disruptiva. Nuestra capacidad tecnológica creciente no debe estar al servicio de los paradigmas del consumo, de los excesos y del descarte; no debe ser funcional a objetivos de corto plazo que responden a planificaciones sectoriales con ausencia de compromiso social y ambiental. La tecnología tiene que servir al bienestar de la población. Para esto, tenemos que canalizarla a través de una sólida estructura científico tecnológica, evitando posturas ambientalistas extremas que no valoran adecuadamente dicha capacidad innovadora, tanto como posiciones tecnocéntricas extremas que no toman total conciencia de que la tecnología no es neutra, sino que puede presentar riesgos, por lo que debe ser controlada y sus potenciales efectos estudiados.

Nuestras diversas acciones no deben considerarse aisladas, sino en un marco de adecuada gobernanza y claros compromisos. Alcanzar las metas sustentables requerirá de políticas, incentivos y regulaciones adecuadas, inversiones en infraestructura, extensión y transferencia, monitoreo ambiental, desarrollo de indicadores claros, precisos y efectivos, cambios organizacionales, y, sobre todo, vigorosos esfuerzos por la educación y la capacitación de la población en materia de sostenibilidad.

Satisfacer las futuras demandas, aliviar la presión sobre el delicado ambiente y erradicar la pobreza requieren esfuerzos no solo de las personas involucradas en la ciencia y la innovación, sino de toda la sociedad en su conjunto. Nuestras aproximaciones deben ser, además, multidisciplinarias e integradoras ya que los problemas que enfrentamos son sistémicos y complejos.

De nuestra inclinación natural para colaborar puede resultar prosperidad y equidad. La capacidad de cooperar se expresa principalmente con los individuos que identificamos como integrantes de nuestro grupo, con el que poseemos un fuerte sentido de pertenencia. Hay, no obstante, fundamentos sólidos para sustentar y nutrir el concepto de que la humanidad constituye un único gran grupo. Tenemos un mismo origen, compartimos la biosfera y enfrentamos un destino común. Hoy más que nunca, lo crucial no es la supervivencia de los más aptos o fuertes, sino la supervivencia conjunta resultante de la colaboración.

La educación, además de desarrollar las habilidades cognitivas que resultan en prosperidad individual, tiene que promover aquellas habilidades relacionadas con la prosperidad colectiva. Ambos tipos de habilidades son claves para que el modelo interactivo de innovación produzca los resultados deseables en cuanto a alcanzar una producción sostenible y erradicar la pobreza. Las mejoras en comunicación y en interconexión pueden contribuir al establecimiento de una conciencia global de compromiso social y ambiental.

La prodigiosa capacidad de desarrollo tecnológico no debería ser la causante de los graves problemas para la humanidad, sino por el contrario, junto con la colaboración, debe aportar las soluciones a los desafíos que enfrentamos. Hacer ciencia y desarrollar tecnologías forman parte de nuestra naturaleza, no podemos volver atrás. Frente a este magnífico potencial de nuestra especie, resultan incomprensibles el hambre, la pobreza y la degradación ambiental que hoy sufrimos. Tenemos que lograr que los productos derivados de la capacidad de innovar y crear estén al servicio del bienestar de toda la población. Debemos lograrlo por los que comenzaron a tallar la piedra, por los que controlaron el fuego, por los primeros agricultores, por los tantos que se han sacrificado y esforzado por un mundo mejor y, sobre todo, por las personas que hoy sufren carencias y las tantas más que las sufrirán en el futuro si no actuamos adecuadamente.

[Del capítulo Resumen y conclusiones.]

 

Título: Los desafíos de la agricultura global.
Autor: Fernando Andrade.
Editor: Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).
Año: 2020.
Páginas: 160.

 

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Publicado el 29-04-2021