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PRODUCCIÓN ORGÁNICA

Una modalidad que gana terreno en la Argentina

Un estudio de la Facultad de Agronomía de la UBA revela que ocupa 4,3 millones de hectáreas. Prevalece la ganadería, y en particular la producción de lana.

 

La superficie destinada a la producción orgánica en la Argentina pasó de 5500 a 4,3 millones de hectáreas desde la década del ’90 hasta la actualidad, mientras creció de 322 a 1343 la cantidad de establecimientos que la practican, según un estudio realizado en la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA).

“Se la conoce más por la prohibición de uso de agroquímicos, pero tiene principios mucho más amplios como preservar la biodiversidad y contemplar la salud humana y el bienestar animal. En la actualidad, se transformó en un atributo diferencial de calidad que se respalda en la certificación de los productos y es cada vez más importante en el mundo”, dijo a la agencia Sobre la tierra Silvia de Bargas, docente de Producciones Animales Alternativas en la FAUBA.

Con 4.279.381 hectáreas, casi dos veces la extensión de la provincia de Tucumán, la Argentina ocupa el segundo lugar en el ranking de los países con mayor superficie con producción orgánica.

La ganadería, detalla De Bargas, concentra 95% de esa superficie, que además se encuentra mayoritariamente en la Patagonia y es destinada a la lana de exportación, una actividad a la que se incorporaron 2,9 millones de hectáreas entre 1999 y 2000, de las que un millón pertenecía a un solo empresario textil. En menor medida, la Argentina produce miel, carne bovina y huevos de gallina.

En cuanto a la agricultura, el país destaca en la exportación de peras y manzanas, y sus procesados, y también de cereales, oleaginosas y cultivos industriales”.

Como parte de su estudio, de Bargas entrevistó a más de 60 productoras y productores orgánicos y analizó qué motivaciones tuvieron para ingresar a la actividad. “Encontré que el motor principal para adoptar esta modalidad de producción es una cuestión de principios relativos, sobre todo, al cuidado del ambiente, a la salud de los consumidores y a la calidad de los productos. Recién en segundo lugar, el aspecto económico”, dijo.

“La producción orgánica incluye una mirada del mundo que rechaza los paquetes tecnológicos basados en insumos de síntesis química y organismos modificados genéticamente, entre otros. Muchas personas creen que es antigua o ‘atrasada’, pero no es así. Las tecnologías no son buenas ni malas en sí mismas, pero tampoco son neutras. Incorporan los valores de quienes las crean y de quienes las adoptan”, señaló la docente de la FAUBA.

Apuntó también que uno de los principales problemas de los productores orgánicos en la Argentina es la convivencia con la producción convencional, asociada al uso de agroquímicos. “La contaminación llega por suelo, agua y aire. En la Argentina, quienes producen orgánico se las tienen que arreglar como puedan y defender sus campos con barreras físicas o alejándose de las aplicaciones. Esto limita la superficie disponible para orgánicos, y no hay ley que los proteja”.

Sostuvo también que falta mercado interno. “Ante condiciones desfavorables para exportar, el negocio se perjudica notablemente. El productor tiene que vender sus productos al mismo precio que los convencionales, aun cuando sus costos son distintos. Los orgánicos requieren más mano de obra. Los productos convencionales no incorporan los costos ambientales, en términos de contaminación y pérdida de recursos naturales. Éstos los paga toda la sociedad. Si bien el precio de los orgánicos es mayor, no lo definen los productores. Como en muchas cadenas de comercialización, los intermediarios tienen un peso fuerte”, concluyó.

 

Publicado el 28-06-2022
Fuente / Foto: Sobre la tierra.

Tags: Producción orgánica Ecoglobal

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