INFORME SOBRE EL COMERCIO MUNDIAL

Los factores que marcan tendencia

El mundo vive cambios acelerados bajo la influencia de la innovación tecnológica, de nuevas formas de producir, consumir y comerciar, y de las políticas públicas. El habitual informe de la OMC, destinado a facilitar la comprensión de las tendencias del comercio, hace un breve resumen de la situación en 2012 y se centra en el comercio internacional como causa y efecto de esas transformaciones y examina qué factores configuran su futuro.

Los factores que marcan tendencia

 

En el presente informe se han examinado las fuerzas que determinarán el futuro del comercio mundial. Estas fuerzas son complejas y numerosas. Interactúan con la propia actividad comercial y entre sí mismas y reciben, además, la influencia de las políticas públicas. Una cosa parece clara: el panorama y la naturaleza del comercio mundial están cambiando rápidamente. La evolución del comercio dará lugar a nuevos retos en materia de políticas. Si se gestiona adecuadamente, el comercio internacional aumentará la prosperidad en todo el mundo. Por lo tanto, ¿cuáles son las principales cuestiones que deben tener en cuenta los encargados de formular políticas? La evolución del comercio dará lugar a nuevos retos en materia de políticas. Si se gestiona adecuadamente, el comercio internacional aumentará la prosperidad en todo el mundo. Por lo tanto, ¿cuáles son las principales cuestiones que deben tener en cuenta los encargados de formular políticas?

En primer lugar, la posición de los países en el comercio internacional va cambiando constantemente. Siguen apareciendo nuevos actores. En algunos aspectos, las llamadas “economías emergentes” son similares a los países industrializados y, en otros, se enfrentan aún a los retos propios de los países en desarrollo, especialmente en determinados sectores. Otros países, en ocasiones denominados el grupo de los “Próximos 11”, vienen empujando desde atrás y podrían llegar a ser actores importantes en el siglo XXI. Al mismo tiempo, varios países pobres corren el riesgo de caer en una mayor marginación. La competitividad depende de una serie de factores, algunos de los cuales son más susceptibles que otros a la influencia de las políticas.

China ha sido la experiencia más exitosa de la historia reciente. En cuestión de décadas, el país se ha alzado a los primeros puestos en términos de exportación de mercancías. Sin embargo, la disminución y el envejecimiento de la población que tendrán lugar en las próximas décadas harán desaparecer una de las fuentes principales del dinamismo chino. Al mismo tiempo, es posible que la rápida acumulación de capital y la modernización tecnológica del país desplacen la fuente de su ventaja comparativa hacia exportaciones de gran intensidad de capital y de mayor valor. Por el contrario, la India, los países del Oriente Medio y el África Subsahariana, y otros países registrarán una evolución demográfica más favorable durante las próximas décadas y podrían convertirse en los países con las mayores tasas de crecimiento económico del mundo. En estas economías en desarrollo ricas en mano de obra, la política educativa influirá de forma decisiva en las cualificaciones de los trabajadores, sus posibilidades de integrarse en la fuerza de trabajo y su capacidad para asimilar nuevas tecnologías.

La mejora de las instituciones públicas incidirá en las decisiones de inversión y en la aparición de nuevos centros de innovación en el mundo en desarrollo. En las economías ricas en recursos naturales, la diversificación ofrece la posibilidad de reducir la dependencia respecto a las exportaciones de productos básicos y limitar el riesgo de agotamiento de los recursos, el aumento de los costos de extracción, las presiones sobre el medio ambiente y la sustitución de recursos. Sin embargo, para incrementar su participación en el comercio mundial, muchas de estas economías en desarrollo, especialmente en el África Subsahariana, deben “aproximarse” a los mercados internacionales reduciendo los costos de transporte y los plazos de entrega.

Los países industrializados deben volver a encontrar una dinámica propia. La disminución y el rápido envejecimiento de la población suponen ya un problema para el Japón y muchos países europeos. Los avances tecnológicos y la entrada de trabajadores procedentes de otros países les ofrecen la posibilidad de eludir un posible estancamiento en el futuro. Los Estados Unidos no tienen este tipo de problemas demográficos, siguen estando más abiertos a la migración de trabajadores que otros países desarrollados y no tienen rival como promotores de la innovación. Además, la revolución asociada al gas de esquisto augura una disminución de la dependencia energética y puede reforzar la competitividad de las actividades industriales del país.

En segundo lugar, los encargados de formular las políticas deben tener en cuenta la naturaleza y composición cambiantes del comercio. La proliferación de las cadenas mundiales de suministro ha facilitado una mayor participación en el comercio internacional, haciendo posible la fragmentación de la producción en tareas especializadas realizadas de manera competitiva en múltiples ubicaciones, así como el aumento de las transferencias de tecnología y sus efectos indirectos. La consecuencia ha sido que los países han diversificado más sus sectores y exportan a un número cada vez mayor de destinos. Aunque una buena parte de este comercio es intraempresarial y la mayoría de las exportaciones corresponde a grandes empresas, las cadenas mundiales de suministro pueden mejorar las perspectivas comerciales de las pequeñas y medianas empresas (PYME), particularmente de las establecidas en un entorno institucional apropiado.

Ahora que las piezas y componentes atraviesan múltiples fronteras -y que la competitividad de las exportaciones depende cada vez más del costo de las importaciones- las tendencias antiproteccionistas han pasado a ser dominantes. La cooperación normativa se ha intensificado, dando pie a una mayor integración en el plano regional. Además, la fragmentación de la producción ha realzado el papel de los servicios en el comercio internacional; es el caso de los servicios “de manufacturas”, las ventas simultáneas de servicios y mercancías, o el transporte y la logística internacionales. Aunque la medición del comercio en términos de valor añadido revela de forma más clara la importancia del comercio de servicios, la verdadera contribución de éste sigue subestimándose. Además, los servicios se han convertido en un motor importante del crecimiento en muchas economías, y los servicios prestados a las empresas de gran intensidad de conocimientos se caracterizan por unas tasas cada vez más elevadas de actividad de investigación y desarrollo (I + D).

Para muchos países y empresas, estos cambios en la naturaleza y composición del comercio han resultado positivos. Un factor importante para saber si serán duraderos es la evolución de los costos del transporte. El incremento del precio de los combustibles, debido por ejemplo a la incertidumbre geopolítica, puede favorecer la proximidad geográfica de los proveedores. Otros costos del comercio, como los relacionados con la incertidumbre contractual y normativa en los interlocutores comerciales, pueden llevar a la deslocalización interna o a la relocalización. Además, la disminución de las diferencias de ingresos entre los países seguirá reduciendo la ventaja de que disfrutan las economías en desarrollo en términos de salarios, que ha motivado muchas de las decisiones de deslocalización. Aunque esto no tiene por qué reducir la extensión de las cadenas internacionales de suministro, sí puede alterar su naturaleza, al sustituir las relaciones verticales basadas en el trabajo por cadenas de suministro horizontales basadas en el aprendizaje práctico y en las economías de escala de empresas muy especializadas.

El incremento de los ingresos puede dar lugar a una concentración de la actividad económica en regiones dinámicas. Las ventajas asociadas a la proximidad podrían verse aún más reforzadas por la amplia regionalización de los efectos indirectos de la tecnología. Además, la concentración de las actividades de I + D (y la consiguiente difusión de conocimientos) en ciertos sectores manufactureros puede intensificar las presiones políticas que existen en las economías avanzadas para conservar la actividad y el empleo del sector de las manufacturas dentro del país.

También hay que tener en cuenta la influencia del progreso tecnológico en la producción y la coordinación. Los avances tecnológicos, por ejemplo en el campo de la impresión en 3D y de la robótica, pueden reducir aún más la importancia relativa de las ventajas relacionadas con la ubicación, mientras que la mejora de las tecnologías de coordinación y logística podría facilitar la proliferación de las cadenas de suministro. El grado en que los países se adapten al cambio y aprovechen las oportunidades comerciales dependerá en buena medida de las políticas públicas. En muchos ámbitos, será necesario adoptar medidas en el plano nacional en esferas como la política educativa, la inversión en infraestructuras, los incentivos a la innovación, la certidumbre jurídica o la protección social. En otros, habrá que adoptar medidas colectivas a nivel internacional a fin de coordinar los enfoques normativos, movilizar el apoyo político y desarrollar los recursos.

Por último, es posible que ante las rápidas transformaciones del entorno comercial internacional los encargados de formular políticas reconsideren los actuales modelos de cooperación comercial, tanto en lo que se refiere a la forma como al contenido. La forma en que se establecían tradicionalmente los programas de negociación comercial ya no responde a la realidad de las prácticas actuales. En el mundo de hoy, es cada vez más difícil separar las mercancías de los servicios, el comercio de la inversión. Los obstáculos al comercio de mercancías, ya se trate de aranceles o de medidas no arancelarias, impiden que las empresas manufactureras “servicificadas” suministren un “paquete”, y viceversa. Los obstáculos a la inversión, así como las diferencias y deficiencias de los regímenes normativos, inciden en las decisiones de localización de las instalaciones de producción, el comercio intraempresarial y el flujo de tecnologías. Hasta el momento, los gobiernos han abordado estas cuestiones mediante la negociación de acuerdos comerciales preferenciales (ACPR) “profundos”, aunque muchos de estos cambios requieren disciplinas multilaterales a fin de evitar duplicaciones y divergencias, asegurar la equidad y el equilibrio, y crear igualdad de condiciones. Sin embargo, la formulación de programas y las negociaciones en el marco de la OMC han resultado engorrosas (demasiado lentas para las empresas y los países que participan en numerosas transacciones comerciales complejas). Otros modelos de cooperación comercial (por ejemplo, acuerdos sectoriales o sobre cuestiones específicas) podrían ganar apoyo, y las consecuencias para quienes no participen en los mismos son inciertas.

Para numerosos países, la inercia de las negociaciones comerciales que se desarrollan en el marco de la OMC representa una carga cada vez mayor. ¿Qué habría que hacer? En primer lugar, los gobiernos deben llevar adelante el programa existente abordando con la misma determinación las condiciones de acceso a los mercados para las mercancías y para los servicios, así como otros costos del comercio contemplados en las negociaciones sobre la facilitación del comercio.

En segundo lugar, es necesario abordar otras fuentes de competencia desigual y de limitación de la apertura de los flujos comerciales en el plano internacional, más que en el regional. El análisis de la información proporcionada en el marco del Mecanismo de Transparencia para los ACPR de la OMC y el fortalecimiento de las demás actividades de transparencia y vigilancia de la Organización podría ayudar a identificar cuestiones que son motivo de preocupación y que ya han sido abordadas de un modo u otro en la OMC, como los distintos tipos de medidas no arancelarias. Además, es probable que surjan nuevas cuestiones, como la política de inversión y la política de competencia, sobre las que podría ser conveniente adoptar medidas multilaterales.

En tercer lugar, deben abordarse algunas esferas de actuación internacional (con inclusión de sus efectos sobre la cooperación comercial) que determinarán el futuro del comercio pero que quedan fuera del mandato de la OMC. El cambio climático y las políticas macroeconómicas son dos de ellas. Es preciso seguir reflexionando y debatiendo sobre el papel de la OMC en el marco institucional de la gobernanza mundial a fin de garantizar unas políticas coherentes y unas relaciones de trabajo fructíferas.

[Conclusiones.]

 

Título: Informe sobre el Comercio Mundial 2013. Factores que determinan el futuro del comercio.
Editor: Organización Mundial de Comercio (OMC).
Año: 2013.
Páginas: 340.

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