FAO

El estado de la agricultura y la alimentación

Los efectos del cambio climático en la agricultura y sus consecuencias para la seguridad alimentaria ya son alarmantes, sostiene la edición 2016 del informe anual de la organización. Y asegura que la agricultura tiene la clave para enfrentar esa amenaza y los desafíos que supone la erradicación de la pobreza.

El estado de la agricultura y la alimentación

 

En muchas regiones, la producción agrícola ya se está viendo afectada negativamente por un aumento y una mayor variabilidad de las temperaturas, cambios en el nivel y la frecuencia de las precipitaciones, una mayor frecuencia de períodos sin lluvia y sequías, la intensificación de los fenómenos meteorológicos extremos, el aumento del nivel del mar y la salinización de los terrenos de cultivo y del agua dulce. A medida que se intensifiquen los efectos del cambio climático sobre la agricultura, será cada vez más difícil cultivar cosechas, criar animales, gestionar bosques y capturar peces en los mismos lugares y de la misma manera que antes.

Los cultivos que se siembran para la obtención de alimentos, fibra y energía requieren condiciones específicas para desarrollarse, tales como un grado óptimo de temperatura y una cantidad de agua suficiente. Hasta cierto punto, unas temperaturas más cálidas pueden beneficiar el crecimiento de determinados cultivos en algunas partes del mundo. Sin embargo, si las temperaturas superan los niveles óptimos para el cultivo, o si no se dispone de agua o de nutrientes suficientes, probablemente se producirá una disminución del rendimiento. Un aumento en la frecuencia de los fenómenos extremos, especialmente de inundaciones y sequías, también es perjudicial para los cultivos y reduce los rendimientos. Combatir la sequía podría convertirse en un importante reto en zonas en las que se prevé un aumento de la temperatura media y una disminución de las precipitaciones. Existen numerosas malas hierbas, plagas de insectos y enfermedades que crecen en condiciones de temperaturas más cálidas, climas más húmedos y niveles más altos de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera. Un incremento de las temperaturas extremas, unido a una disminución de las precipitaciones, puede impedir que los cultivos lleguen a crecer.

Las olas de calor, que previsiblemente se harán más frecuentes con el cambio climático, suponen una amenaza directa para el ganado. Con el tiempo, el estrés térmico incrementará la vulnerabilidad de los animales a las enfermedades, reduciendo así su fertilidad y la producción de carne y leche. El cambio climático modificará asimismo la prevalencia de los parásitos y enfermedades del ganado. En las zonas en las que aumenten las precipitaciones, se espera un crecimiento de patógenos dependientes de la humedad. El cambio climático amenaza asimismo la capacidad ganadera de los pastizales y la producción de piensos para los sistemas sin pastoreo.

La pesca y la acuicultura —que proporcionan al menos el 50% de la proteína de origen animal a millones de personas en los países de ingresos bajos— se encuentran sometidas ya a múltiples presiones, entre ellas la pesca excesiva, la pérdida de hábitat y la contaminación del agua. El cambio climático acentuará aún más estas presiones. El aumento de la temperatura del agua originará probablemente la extinción de algunas especies de peces, un cambio en los rangos de hábitat de otras, así como un mayor riesgo de enfermedades a lo largo de toda la cadena de producción. Los océanos del mundo se están volviendo más ácidos debido al aumento de los niveles de CO2 en la atmósfera, lo que tiene consecuencias especialmente graves para la pesca que depende del marisco y el calamar, los manglares y los sistemas de arrecifes de coral. Una mayor frecuencia e intensidad de tormentas, huracanes y ciclones dañará la acuicultura, los manglares y la pesca costera.

Los bosques proporcionan empleo remunerado a más de 100 millones de personas y sustentan los medios de vida de gran parte de la población rural pobre del mundo. Albergan más del 80 % de la biodiversidad terrestre mundial, y proporcionan alimentos, medicamentos, combustible y servicios ecosistémicos fundamentales. El cambio climático y el aumento de la variabilidad climática tienen ambos unos efectos directos e indirectos sobre los bosques y sobre las personas que dependen de ellos, y limitan la capacidad de los bosques de proporcionar estos bienes y servicios esenciales. Si bien algunos bosques se beneficiarán de una concentración más elevada de dióxido de carbono en la atmósfera, de temperaturas más elevadas y de cambios en las precipitaciones, la mayoría experimentará la pérdida de importantes especies, una disminución de los rendimientos y un incremento de la frecuencia e intensidad de las tormentas y otras perturbaciones.

Aunque es sumamente difícil predecir cuáles serán los efectos exactos del cambio climático en la agricultura, la mayoría de los estudios indica que estos efectos cambiarán con el tiempo y variarán de un lugar a otro. En una revisión de los estudios realizados para el Quinto Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPPC) se apuntaba que, si bien las previsiones positivas y negativas de los efectos del cambio climático sobre el rendimiento de los cultivos se contrarrestan entre sí mundialmente hasta más o menos 2030, después de esa fecha la balanza se inclina cada vez más hacia el lado negativo.

Estos efectos variarán asimismo considerablemente según el tipo de cultivo y la región. En la Figura 1 se muestra esta variabilidad en los rendimientos de los cereales previstos para 2050 conforme a diferentes trayectorias del calentamiento del planeta. Se presupone una trayectoria intermedia para el crecimiento económico y demográfico, así como una adaptación limitada, y no se incluye la “fertilización por CO2”, es decir, el efecto estimulante de un aumento de los niveles de dióxido de carbono atmosférico en el crecimiento de las plantas. A medida que se alargan las temporadas de cultivo, la tendencia en latitudes más altas es que se produzcan pérdidas de rendimiento menores, o incluso aumentos de rendimiento en el caso de algunos cultivos, en comparación con lo previsto sin condiciones de cambio climático. Las pérdidas de rendimiento en las regiones de latitudes más bajas suelen ser mayores. El rendimiento del cultivo de maíz disminuiría en casi todas las regiones en la mayoría de los supuestos climáticos, siendo las pérdidas progresivamente mayores en los supuestos más extremos. Aunque los efectos en el rendimiento del cultivo de trigo son pequeños a escala mundial, en el caso de Asia meridional y el África subsahariana son considerables.

[Del Capítulo 1.]

 

Título: El estado mundial de la agricultura y la alimentación 2016: Cambio climático, agricultura y seguridad alimentaria.
Editor: Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por su nombre en inglés).
Año: 2016.
Páginas: 214.

 

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